Brindar una educación integral, con calidad educativa y evangelizadora, formando alumnos y alumnas con sentido cristiano y compromiso social para que lleguen a ser “buenos cristianos y buenos ciudadanos” al estilo de San Marcelino Champagnat.

¿Hacia dónde vamos?

“Para el 2030, el Instituto México de Baja California es un referente en la excelencia educativa y la formación integral de líderes a nivel global, comprometidos con la innovación educativa y transformación social, congruente a los valores maristas. Es reconocido por su calidad y capacidad para adaptarse creativamente a los desafíos del futuro.”

Perfil de egreso: Personas plenas, buenos cristianos y virtuosos ciudadanos, personas felices.

Los hermanos maristas somos hermanos consagrados a Dios, que seguimos a Jesús al estilo de María, que vivimos en comunidad y que nos dedicamos especialmente a la educación de los niños y de los jóvenes, con más cariño por aquellos que más lo necesitan.

Padre marista francés, es el fundador del Instituto de los Hermanos Maristas.

El encanto que produce su persona no nace de una primera impresión sino de una presencia continuada y sencilla.

Como María de Nazaret, se mueve en la discreción. Su riqueza interior es de profundo calado y son contagiosos su dinamismo personal, su alegría, su espiritualidad mariana y su confianza en Dios.

Los niños y jóvenes son sus amigos y le tienen un cariño especial. Su fe le conduce hasta la primacía del amor, que en esto consiste la santidad. Los hermanos y laicos Maristas, son los herederos de su espíritu.

Marcelino Champagnat tenía una profunda y afectiva confianza en María, a quien veía como la “Buena Madre” y consideraba esencial en su obra.

Escribió que “sin María no somos nada y con María lo tenemos todo”, pues ella siempre tiene a Jesús en su corazón. Esta convicción lo acompañó toda su vida, moldeando la dimensión mariana de nuestra espiritualidad.

Refleja nuestra constante confianza en María, y el lema “Todo a Jesús por María, todo a María para Jesús” muestra la estrecha relación entre Jesús y María, y la actitud de confianza que Champagnat tenía y que debemos imitar (Agua de la Roca, 25).